Este verano conocí las nuevas oficinas de Animei Beat, una iniciativa de las que de verdad, de verdad merecen la pena y en la que me hacía especial ilusión participar. Aún no puedo publicar el trabajo que realicé para ellos pero sí puedo compartir esta pequeñísima muestra.
Prueba de la clase de gente que trabaja allí, de lo agradable y cómodo que resultó todo el tiempo que estuve con ellos, es que no puedo mirar estas imágenes sin sonreír. :)
Una cosa llevó a la otra y el sábado pasado, dentro de un autobús lento y bajo un sol firme e inusual, con Mumford & Sons animando nuestras orejas, un par de niños perdidos nos vimos rumbo a Cudillero, donde nos encontraríamos con otros pocos más.
Vagabundeamos un poco por las callejuelas diminutas y las casas de colores, por entre los vecinos que pescaban, los turistas que almorzaban al sol, el largo rompeolas que protege el puerto y un túnel, húmedo, oculto y sospechosamente similar a una alcantarilla, en el que nos adentramos sin ningún buen motivo ni falta de él.
Cudillero parece más pequeño de lo que en realidad es, aunque sólo la parte más visible resulta realmente llamativa. Cudillero es bonito. Es colorista, fresco, amable. Puede que un sábado inusualmente primaveral no sea la forma más exacta de juzgar un pueblo, pero bajo el sol intenso, la brisa fuerte y la compañía del mar, el ambiente resultaba vivo y tranquilo a la vez, alegre y veraniego. Un trozo de Asturias muy diferente al mío.
La bicicleta más fotografiada de Cudillero. Tuve que esperar turno, verídico.
Susodichos niños perdidos. Excelsa compañía para cualquier tipo de día :)
Pieles de pez secando. Ni idea de para qué se utilizan. Horripilante y muy oloroso, todo ello.
Mi captura favorita: en la parte interna del rompeolas que protege el pueblo, pescadores que variaban entre profesionales y domingueros leían, hablaban, descansaban y tomaban el sol tras sus respectivas cañas. Entre ellos, un chavalín se acomodaba en la silla de su padre, sin hacer gran cosa más que descansar al sol. Tomé la foto sin ralentizar el paso, procurando parecer invisible (los padres me dan un poco de respeto) y mirarla me llena de cosas buenas.
Y hasta aquí Cudillero, sus texturas y sus rincones. Seguiremos informando de futuras aventuras :)
Monte Areo: verde, atardecer, una necrópolis y un laberinto. También había un mantelito de cuadros, algunas cervezas y un sinfín de basurilla para merendar, pero vamos a obviar esa parte, que se me vuelve a poner el estómago del revés.
I'm always stealing his hat to use it myself. Accurate photo is accurate.
Me! Running inside the labyrinth and somehow managing not to get lost (believe me, just because it's small and bushes are short doesn't mean I can't get myself lost in it).